
Redacción
Luis Antonio Gokim Tagle, cardenal originario de Filipinas, se ha convertido en una figura destacada dentro de la Iglesia católica en los últimos años, aunque él mismo ha restado importancia a las especulaciones sobre un posible ascenso al papado. “Pensarme en esa posición, no, no, me río de eso”, expresó en una entrevista con la BBC en 2015. “Ni siquiera puedo gestionar mi vida. ¿Cómo voy a gestionar una comunidad mundial?”. El asiático es considerado un “Francisco” por su similitud de ideas.
A pesar de sus palabras, su nombre continúa figurando entre los mencionados como posibles sucesores del papa Francisco, sobre todo por su perfil pastoral, su experiencia en el ámbito internacional y su conexión con comunidades fuera de Europa. Si llegara a ser elegido, se convertiría en el primer pontífice asiático de la era moderna. Aunque históricamente algunos papas procedían de territorios hoy considerados parte de Asia, ninguno ha ocupado el cargo en tiempos recientes.
Tagle se desempeña actualmente en el Vaticano, donde tiene bajo su responsabilidad la labor misionera global de la Iglesia. Dentro y fuera de los círculos eclesiásticos es conocido como “Chito”, un apodo que refleja su cercanía con las personas y su estilo sencillo. Ha sido descrito como el “Francisco asiático” por su forma de abordar los temas sociales, su mensaje hacia los sectores más desfavorecidos y su crítica a posturas más rígidas frente a cuestiones como el trato a las personas divorciadas, madres solteras o integrantes de la comunidad LGBTIQ+.
Durante su tiempo como arzobispo de Manila, fue objeto de críticas por su posición moderada ante la campaña contra las drogas del entonces presidente Rodrigo Duterte, la cual estuvo marcada por miles de ejecuciones extrajudiciales. Aunque pidió el cese de la violencia y lamentó la pérdida de vidas humanas, no se enfrentó de forma directa al gobierno de turno. Algunos de sus contemporáneos dentro del clero cuestionaron su silencio y lo contrastaron con el papel que en décadas pasadas desempeñaron figuras como el cardenal Jaime Sin en momentos políticos clave.
También ha sido cuestionado por organizaciones y voces dentro de la Iglesia ante su manejo del tema de los abusos sexuales cometidos por clérigos. Ha señalado que las víctimas deberían acudir al proceso canónico de la Iglesia para buscar justicia, al tiempo que ha expresado preocupación por la exposición pública de quienes han sufrido estos hechos. “El abusador, quien está definitivamente perdido”, también merece atención, dijo en su momento. Su forma de abordar esta problemática ha sido interpretada por algunos sectores como insuficiente frente a la magnitud del daño causado.
En 2022, el papa Francisco reemplazó a toda la dirección de Caritas Internationalis, incluida la figura de Tagle, tras una revisión que evidenció deficiencias administrativas y de clima laboral. Aunque su salida fue parte de una reestructuración más amplia, el episodio generó debate dentro del Vaticano.
La formación de Tagle inició con la idea de dedicarse a la medicina. Creció en Imus, en una familia de clase media, y cursó estudios en el Ateneo de Manila, una universidad jesuita. Posteriormente ingresó al seminario, fue ordenado sacerdote en 1982 y obtuvo su doctorado en teología en la Universidad Católica de América. Durante su tiempo en Washington, visitaba un hospicio para personas con sida, una práctica que realizaba de forma voluntaria.
Tras su regreso a Filipinas en los años noventa, fue conocido por mantener una vida sencilla, trasladándose en bicicleta o en transporte público. Su carrera eclesiástica avanzó desde entonces hasta ocupar puestos de alta relevancia en la estructura de la Iglesia. Cuando el papa Benedicto XVI anunció su renuncia, Tagle pidió oraciones a uno de sus antiguos profesores, una solicitud que fue interpretada como reflejo del peso emocional que suponía su posible elección.
Actualmente, su nombre sigue presente en las discusiones sobre el futuro de la Iglesia, aunque él continúa rechazando cualquier tipo de protagonismo. Desde su espacio en el Vaticano, representa una visión conectada con las periferias eclesiales, tanto geográficas como sociales, lo que le ha dado visibilidad en tiempos de transformación para el catolicismo mundial.