Sin cacao, no hay chocolate

Gustavo Solera

A pocos días de la elección nacional de presidente, vicepresidentes y diputados, el pueblo de Costa Rica se debate entre un número considerable de candidatos a los puestos de elección popular.

El Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) ha pedido al electorado conocer sobre los aspirantes bajo el lema “un voto informado es un voto inteligente, ¡sea responsable con Costa Rica!”.

Muy loable de parte del ente estatal. Pero ¿están los elegibles informados?

Recientemente declaraciones de dos candidatas del partido Frente Amplio parecen indicar lo contrario.

Suray Carrillo, aspirante a Cuesta de Moras, como Patricia Mora, candidata a la vicepresidencia de ese partido, realizaron comentarios desafortunados en su fondo.

La primera, menospreció la importancia del Aeropuerto Internacional Daniel Oduber Quirós. Mientras que la segunda hizo énfasis a los hoteles de siete estrellas. En ambos casos contraviene uno de los principales motores económicos del país, el turismo.

Hablar de manera negativa de infraestructura o desarrollos que buscan favorecer la actividad como lo hicieron ellas, es atentar contra el sustento de miles de costarricenses, eso que ellas dicen defender.

La igualdad, bastión popular de la ideología frenteamplista riñe en este caso con las necesidades del pueblo. Mientras ese capitalismo voraz que dicen atacar es el que ha traído ingresos económicos a los de a pie, las políticas pragmáticas que abrazan, han empobrecido a los habitantes en otras latitudes.

Antes de votar se debe estar informado como lo dice el TSE. ¿Cuál es la necesidad del pueblo? Muchas, una de las primordiales es el empleo; este aleja de la pobreza, el analfabetismo y la delincuencia a los ciudadanos, da seguridad a las familias. Para eso se debe ver qué es más importante para el país, un partido político que cuestiona una actividad que genera empleo o el que no. Me quedo con la frase de Eliécer Feinzaig Mintz, candidato a Zapote por el Partido Liberal Progresista cuando le consulté por los hoteles siete estrellas -esos cuestionados por Mora-, “las inversiones que vengan son bienvenidas”. Una muestra de una persona que entiende que, sin cacao, no hay chocolate.

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